El municipio de Orduña está situado en el valle de Arrastaria, bañado por las aguas del río Nervión. Es un pequeño territorio separado del resto de Bizkaia y que rodean tierras de Araba y Burgos.
Los orígenes de esta población son muy antiguos. Su privilegiada situación la convirtió en frontera y núcleo avanzado y defensivo de la provincia. Fue plaza importante durante la Edad Media, bajo el reinado de los Reyes Católicos, período en el que se le concede el título de ciudad en pago a los muchos servicios realizados en favor de la corona.
Los orígenes de esta población son muy antiguos. Su privilegiada situación la convirtió en frontera y núcleo avanzado y defensivo de la provincia. Fue plaza importante durante la Edad Media, bajo el reinado de los Reyes Católicos, período en el que se le concede el título de ciudad en pago a los muchos servicios realizados en favor de la corona.
Situada en las faldas de la Sierra Salvada, Orduña es una villa caracterizada por su casco histórico y declarada conjunto histórico-monumental en el año 1997. En él destacan numerosos monumentos de gran interés histórico y cultural.
Entre los edificios religiosos, se encuentran la iglesia gótica de Santa María, del siglo XV, la iglesia de la Sagrada Familia, de estilo barroco, y el Santuario de Nuestra Señora la Antigua, que alberga la imagen de la patrona de la ciudad. Orduña también posee numerosos palacios de diversos estilos como el palacio renacentista Ortés de Velasco, el palacio de Mimenza, el palacio barroco Díaz de Pimienta o el palacio Velasco.
Destaca también la muralla que rodeaba la ciudad. Llegó a alcanzar 1,8 kilómetros, y, hoy en día, se mantiene en pie el 65% del muro, aunque muchos tramos se encuentran ocultos por edificios. El conjunto es visible, sobre todo, en los alrededores de la parroquia de Santa María.
La plaza porticada de los Fueros es uno de los lugares más emblemáticos del municipio, característica de aquellos lugares en los que el mercado ha tenido una gran importancia económica. Aquí se encuentran el edificio neoclásico La Aduana, construido a finales del siglo XVIII, y la Casa Consistorial.
Otra visita que puede relizarse en Orduña es la del paseo de la Antigua, donde apreciamos bellas construcciones de villas unifamiliares de lo que fue la burguesía orduñesa, construídas principalmente en el primer tercio del siglo XX.
Destaca también la muralla que rodeaba la ciudad. Llegó a alcanzar 1,8 kilómetros, y, hoy en día, se mantiene en pie el 65% del muro, aunque muchos tramos se encuentran ocultos por edificios. El conjunto es visible, sobre todo, en los alrededores de la parroquia de Santa María.
La plaza porticada de los Fueros es uno de los lugares más emblemáticos del municipio, característica de aquellos lugares en los que el mercado ha tenido una gran importancia económica. Aquí se encuentran el edificio neoclásico La Aduana, construido a finales del siglo XVIII, y la Casa Consistorial.
Otra visita que puede relizarse en Orduña es la del paseo de la Antigua, donde apreciamos bellas construcciones de villas unifamiliares de lo que fue la burguesía orduñesa, construídas principalmente en el primer tercio del siglo XX.
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